viernes, 18 de julio de 2014

Luljeta Lleshanaku: El misterio de la Oración


En mi familia
se ha rezado en secreto,
en voz baja, doloridos murmuros
debajo de las mantas,
un suspiro antes, un suspiro después
delgado y estéril como un vendaje.

Fuera de la casa
sólo había una escalera de madera, para subir,
apoyada contra una pared durante todo el año,
Lista para reparar las baldosas en agosto antes de las lluvias.
Ningún ángel subió
y tampoco ángeles bajaron -
sólo los hombres que sufren de ciática.

Ellos oraron
esperando renegociar sus contratos
o posponer sus plazos.

"Señor, dame fuerzas", dijeron
pues eran descendientes de Esaú
y había que estar conforme con la única bendición
sobrante de Jacob,
la bendición de la espada.

En mi casa la oración era considerada una debilidad
como hacer el amor.
Y como hacer el amor
era seguido por la larga
noche fría del cuerpo.  



Luljeta Lleshanaku, 'The Mystery of Prayers'  

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